Es probable que existan pocas personas que no crean o deseen no ir al cielo después de morir; la mayoría de las personas alguna vez han imaginado que en el momento de morir irán a un lugar mejor, lleno de luz y de paz, en el cual tendrán reposo eterno para su alma. Muchos soñamos con que al separarnos del cuerpo nos uniremos a Dios por la eternidad. Sin embargo, muchas veces las personas no son realmente conscientes de lo que implica este deseo, ya que anhelan pasar una eternidad al lado de alguien a quien no conocen o que no se han interesado en conocer realmente, y esto implica estar para siempre al lado de alguien a quien no se ama.

Entendemos que el amor es una decisión (véase https://magazine.jovenesamoryfe.com/2020/09/12/hablando-de-amor/), pero este se basa en el conocimiento del otro, es por ello que escuchamos expresiones como: ‘entre más lo/la conozco más me gusta’, y es que entre más conocemos del otro, encontramos más argumentos para decidir amarlo y permanecer a su lado.

Ahora, imaginemos una pareja de novios, es normal pensar que en ambas personas, debido a que no se conocen a profundidad, surja un deseo por saber todo del otro: qué le gusta, qué le enoja, qué es lo que más desea. Ahora, pensemos en que esta misma pareja ya vivió un periodo de noviazgo y se han conocido lo suficiente como para que surja el amor entre ellos y se dé como producto el deseo de formalizar su unión mediante el matrimonio, en el cual pasarán toda la vida conociéndose.

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Nuestra relación con Dios es similar al ejemplo de la pareja de novios; Él nos da la oportunidad de vivir y por medio de todo lo que nos rodea se da a conocer (Romanos 1:20 RV60: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa), pero también nos dejó algo maravilloso y es su palabra, las escrituras, las cuales nos muestran todo acerca de Dios, su carácter, sus intenciones y planes con nosotros. Finalmente, una vez vivimos nuestra vida sosteniendo esta relación con Dios y creyendo es sus promesas, nos queda entonces disfrutar esa eternidad tan anhelada a su lado, donde pasaremos todo ese tiempo conociéndolo.

El deseo de Dios para toda la humanidad, según su palabra, es que podamos estar siempre a su lado (Santiago 4:5 TLA ¿Acaso no creen que, como dice la Biblia, «Dios nos ama mucho»?), en esta vida, y en la eternidad, pero esto no se hará realidad solo con desearlo; es indispensable acercarnos a Dios, lo cual nos permitirá conocerlo, y al conocerlo encontramos que él estableció un único camino, el cual nos permite reconstruir, sostener y asegurar una relación y eternidad a su lado, y ese camino es Jesucristo; Dios en su palabra lo declara:

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí

Juan 14:6 RV60

Dios quiere que creamos que envió a su hijo a morir en una cruz y que ese acto quitó el pecado que nos mantenía alejados de la presencia de Dios:

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Juan 1:29 RV60

Entonces sin el obstáculo del pecado podemos desarrollar esa relación con Dios, y la fe en Jesús es la que nos garantiza que por siempre estaremos a su lado. Amado lector, si tu deseo es vivir una vida y eternidad con Dios, asegura tu fe en Jesús.

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