Los callos, callosidades o también llamadas durezas, se les llama a la acumulación de capas de piel que se forman en zonas localizadas de las plantas de los pies. Estas se forman como respuesta del cuerpo ante un exceso de fricción y/o presión en determinadas áreas del pie, las cuales van generando insensibilidad en dicha área. Sin embargo, en ocasiones este tipo de formaciones se producen en la capas más profundas de la piel ocasionando dolor; a esas formaciones particulares se le conoce como helomas.

Lo curioso de esta patología es que las personas pueden experimentar algo muy similar en su vida espiritual. Las áreas de la vida en las que hay exceso de fricción, son aquellas en las que se es más vulnerable y propenso a fallar; y es que todos tienen áreas en las que flaquean, pero en ocasiones, en vez de reconocer la debilidad, buscar a Dios y fortalecerse en Él, se ignora su consejo y se persiste en el pecado, es ahí cuando, al igual que con los callos, el pecado recurrente va formando capas en el corazón, que lo van endureciendo y por consiguiente, lo vuelen cada vez más insensible a la voz de Dios. Así como con los helomas, esa misma dureza del corazón ocasiona dolor y daño en la vida espiritual.

La palabra de Dios nos advierte de lo peligroso de esta situación, ya que cuando una persona se hace insensible a la voz de Dios, fácilmente se entrega a una vida de pecado.

…los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

Efesios 4:19 RV60

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Como consecuencia del pecado viene la angustia, la tristeza, la desesperanza, la enfermedad, etc. y finalmente la muerte espiritual. Querido lector, es necesario entender que los helomas son una patología común que a todos nos puede llegar a afectar, de la misma forma ocurre con la dureza espiritual, ya que puede afectar aún a quienes están en el camino de Cristo. Un creyente puede presentar insensibilidad en determinadas áreas de su vida, cuando no se las ha entregado por completo al Señor, permitiendo así que el pecado endurezca el corazón e impidiendo que el poder de Dios se glorifique en su vida.

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

2 Corintios 12:9 RV60

Es evidente que, así como los helomas, el corazón endurecido causa dolor y daño, pero el Señor anhela que nos hagamos sensibles a Él para obtener sanidad de ese dolor. Jesús dijo: “Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, y con dificultad oyen con sus oídos; y han cerrado sus ojos; de otro modo, verían con los ojos, oirían con los oídos, y entenderían con el corazón, y se convertirían, y yo los sanaría” (Mateo 13:15 NBLA). El deseo de Dios es traer sanidad al daño que ocasione el pecado en una vida, pero solo podrá hacerlo en un corazón sensible, que permite que su poder obre en él. Si quieres tener sanidad en tu corazón, hazte sensible a la voz de Dios y permite que Jesús entre en tu vida.

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