Por lo general las personas en algún momento de nuestras vidas necesitamos sentir la aprobación de los demás, ya sea de nuestros padres, maestros, amigos y en general de quienes nos rodean en nuestro contexto de vida; y es que la aprobación es la que nos indica si nuestras acciones, decisiones y de más son correctas, y nos permiten proseguir de una manera más segura. Es tan importante la aprobación en la vida que podemos encontrar personas con problemas de inseguridad, cuyo origen está en una vida escaza de afirmación.
Hoy día se pueden evidenciar personas buscando la aprobación en fuentes equivocadas como las redes sociales, las amistades y su círculo social; tal es el caso de algunos personajes llamados “Influencers” a los cuales se les ve en sus canales haciendo cualquier cantidad de cosas, buscando con esto la aprobación reflejada en el incremento de los llamados “likes”. Esta es una tendencia que se ha ido incrementando, pues cada día se puede observar como más personas intentan saciar su necesidad de aprobación de esta manera. Es por ello que, como hijos de Dios debemos evaluar cuales son nuestras fuentes de aprobación.
Cuando una persona entrega su vida a Cristo su principal fuente de aprobación debe ser el Señor, pues es el que ahora nos indica nuestro camino:
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6 RVR 1960
El apóstol Pablo entendía claramente que quien le indicaba su correcto actuar era Dios y su palabra y por eso escribió a los Gálatas: “Yo no busco la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo. Gálatas 1:10 DHH!” Y es que Pablo entendía que él quería agradar a Cristo y servirle.
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Como hijos de Dios y e imitadores de Cristo debemos evaluar cuál es nuestra principal fuente de aprobación, para que no haya en nosotros la misma actitud de los fariseos a los que Cristo tanto reprochó y era que ellos con su conducta mostraban que preferían más la gloria y el reconocimiento humano que el de Dios:
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Juan 12:43 RV1960
Así mismo, debemos evaluar si nuestra afirmación proviene de nuestro propio concepto, ya que podemos llegar a caer en la auto justificación, ya que nuestra justificación es Cristo (1 Corintios 1:30). Recuerda lo que dice el apóstol Pablo en 2 corintios 10:18 (DHH): Porque el hombre digno de aprobación no es el que se alaba así mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.
Por ello procura hacer lo que agrade a Dios para que de Él provenga tu galardón.